La violencia es toda acción intencional que daña
o busca dañar a terceros. Puede ser de diversos tipos:
física, emocional y/o sexual.
La violencia puede ocurrir en muchos sitios. Por ejemplo:
en los hogares, en las calles, en los lugares de trabajo,
en los campos de deportes y en las escuelas.
Cuando la violencia ejercida contra las personas ocurre
en las instalaciones escolares, o en los alrededores de
la escuela, o durante las actividades extraescolares, entonces
se habla de violencia escolar, y puede ser del profesorado
hacia el alumnado, del alumnado hacia el profesorado e incluso
hacia personal no docente del centro.
Sin embargo, la más frecuente es la que se da entre
el alumnado: ocho de cada diez estudiantes de ESO dicen
que han presenciado algún acto de violencia escolar
entre el alumnado. Lo habitual, en ese caso, es que las
peleas, insultos, etc., sean meramente ocasionales.
A veces, sin embargo, la violencia escolar se reitera y
lo hace en un marco de desequilibrio de poder, esto es:
quien agrede es más fuerte físicamente que
la víctima o, al menos, ésta así lo
cree, razón por la que se siente intimidada.
El acoso escolar (o bullying, que es su término en
inglés) es una forma característica y extrema
de la violencia escolar que tiene estas características:
· Se da entre iguales.
· Supone un abuso de poder o desequilibrio de fuerza.
· Se reitera en el tiempo.
· Es intimidatoria.
El acoso escolar, en definitiva, no es una forma de violencia
esporádica, que suele ser la forma dominante de violencia
escolar. No es una riña, un insulto o una amenaza
aislada, cuyas consecuencias no suelen ir más allá.
El acoso escolar es, por el contrario, una especie de tortura,
a menudo metódica y sistemática, que supone
la existencia de un claro abuso de poder. Tal vez quien
acosa no sea en realidad más fuerte que la víctima,
pero ésta así lo cree y, por eso se atemoriza.
El abuso de poder es tan manifiesto que, aunque el acoso
puede ser realizado por una sola persona, frecuentemente
es consumado por un grupo. Además, a veces, ocurre
ante el silencio, la indiferencia o la complicidad de compañeros
o compañeras.
Cuando nuestro hijo está siendo víctima de
acoso en la escuela, los padres tenemos mucho que hacer
para ayudar a erradicar el problema. Normalmente se llevan
a cabo acciones conjuntas con la dirección del centro
escolar, preparada para recoger y aportar informaciones
que sirvan para analizar la situación, informar sobre
ella, solicitar la ayuda necesaria y terminar con la situación.
Es importante que sepamos que podemos y debemos terminar
con este tipo de violencia. Pero hemos de trabajar con la
escuela, su profesorado y equipos directivos. Aunque en
muchas ocasiones no es fácil trabajar juntos en la
búsqueda de soluciones, es la única vía
de detener este tipo de acciones.
Estas actuaciones no deben ser diferentes si, en vez de
ser nuestro hijo el agredido, es el agresor.
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